Las 3 cosas más importantes que aprendí a mis 40 años

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Cuando llegué a los 40 me encontré sentada en un hermoso día de invierno, el cielo limpio y un sol que servía de chimenea por el frío que hacía. Estaba tomando un mate delicioso y en un momento comencé a pensar en mi vida y en el lugar al que había llegado (siempre se habla de la crisis de los 40, por lo visto también a mi me había llegado). Luego de analizar mi vida un poco, lloré y lloré como una niña que se había perdido y no encontraba a su madre. Me encontré con una mujer que sentía que no estaba haciendo lo que le apasionaba, y lo que era peor, no sabía que era eso que la apasionaba. De a poco me fui calmando y pude sentir como una paz me invadía el cuerpo, todo volvía a sentirse bien… como ese bello día. Acto seguido me encontré sentada en en mi escritorio buscando respuestas para preguntas que no eran muy claras, pero lo importante fue que comencé y desde ese día hasta hoy con mis 43 años no paré.

Por eso, quiero compartir contigo las tres lecciones más valiosas que descubrí y que lastimosamente no te enseñan en el colegio, universidad o en casa.

Primero: La semilla (EL PROPOSITO)

Aprendí que todos nacemos con una razón mas grande que nosotros mismos. Un PROPOSITO. Aprendí que tenemos una semilla dentro que es el PORQUE vinimos a este mundo y con el proceso correcto, surge ese talento único que se convierte en una raíz fuerte y sana que nos permite darle vida a ese PROPOSITO. Aprendí que no es solo acerca de lo QUE hacemos sino PORQUE hacemos lo que hacemos y cuanto de eso QUE hacemos alimenta nuestra energía, llevándonos en una dirección hacia la vida que esta destinada para nosotros. Aprendí que descubrir ese PROPOSITO es quizás una de las tareas más importantes que todos los seres humanos debemos realizar. Aprendí que debemos dedicarle tiempo a identificar, aceptar y honrar ese PROPOSITO, para así entender claramente lo que debemos hacer en este mundo y vivirlo con pasión y entusiasmo. Aprendí que cuando tenemos claro cual es nuestro PROPOSITO en la vida, tomamos mejores decisiones, desarrollamos mejores relaciones personales y profesionales, nos rodeamos de esa clase de personas que nos elevan, nuestros negocios son mejores, nuestras finanzas y nuestra salud crecen día a día y en la mayoría de las veces nos divertimos, disfrutamos del proceso. OJO esto no quiere decir que sea fácil. Los obstáculos, los rechazos, las negativas, los problemas van a estar ahí para intentar que no avancemos, pero atravesar estos inconvenientes desde la claridad de nuestro PROPOSITO les aseguro que vale la pena.

Aprendí que en la mayoría de nosotros esa semilla fue enterrada, sepultada, muy dentro nuestro, por vivir la vida que el entorno, nuestros padres, nuestros referentes y/o nuestros maestros, nos fueron enseñando. Aprendí que cada uno de ellos hizo lo mejor que pudo, con las herramientas, experiencias, aprendizajes, etc., con las que contaban y con las historias que cargaban. Aprendí que esto significa que nada es irremediable. Aprendí que tengo la capacidad de desenterrar todo lo que no me sirve o no me define, para llegar a mi semilla y comenzar a regarla y cuidarla de tal manera que me permita encontrar mi talento y así mi PROPOSITO.

(Lastimosamente en promedio sólo 1 de 5 personas logran vivir, amar, trabajar, servir a través de la claridad de su PROPOSITO. Esto me rompió el corazón y más al darme cuenta que yo era una de esas 4 que no tenía idea de cual era su PROPOSITO en la vida)

Segundo: La raíz (EL TALENTO)

Aprendí que una vez identificado mi talento debo honrarlo y perfeccionarlo hasta volverme una maestra en mi campo. Aprendí que mi PROPOSITO es la suma de mi talento + servir al mundo (al otro), y sólo puedo servir de la mejor manera cuando lo hago a través de mis mejores talentos. Aprendí que servir a otros, al mundo, es la mejor manera de sentirme plena, satisfecha y lograr el éxito que deseo para mi vida. Aprendí que cuando logre alinear mi personalidad con mi PROPOSITO nadie podrá tocarme, nadie podrá ponerme límites, nadie podrá evitar que haga aquello para lo cual fui creada.

Tercero: Los susurros (EL CRECIMIENTO)

Aprendí que la vida me susurra a través de mis sentimientos, por lo que comencé a escuchar mas mis susurros internos. Aprendí que generalmente estos susurros tratan de guiarme al próximo paso correcto y en muchas situaciones también son esas primeras advertencias que a veces ignoro. Aprendí que la vida no es estática y que cada revés, cada decisión, es una oportunidad para identificar esa semilla que hace de mí ese maravilloso ser humano que soy y me brinda oportunidades para que me pregunte si lo que estoy haciendo me permite ser quien soy o no. Si no es así, aprendí que debo alejarme. Punto.

Cada uno de nosotros tiene el derecho de hacer aquello que le apasiona, aquello que nos permite utilizar lo mejor que tenemos y estoy segura que todos tenemos un PROPOSITO en esta vida, de lo contrario no tendríamos vida. Nuestras vidas nos pertenece a nosotros y tenemos el permiso para hacer nuestro viaje, el viaje necesario para encontrarnos con nuestros talentos, con nuestro PROPOSITO.

«Cada semilla es la promesa de miles y miles de bosques».

Por eso te dejo esta pregunta:

Sabes que has venido a hacer con tu vida?

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