Esa sensación que nos dice que hay peligro es provocada por la hormona llamada CORTISOL. Si bien es normal que aparezca en situaciones de riesgo, miedo, etc., está diseñada para activarse cuando percibimos una amenaza y abandonarnos una vez que haya pasado esa sensación o situación.
Entonces, si por ejemplo trabajamos en un lugar donde la confianza es baja, las relaciones son débiles, y el estrés y la ansiedad son habituales, estamos conviviendo con el cortisol como si fuera una canilla mal cerrada.
Este tipo de entornos puede volvernos menos empático, menos generosos y hasta nos volvemos mucho más vulnerables a enfermedades (desactiva nuestro sistema inmunológico). Si señores, nuestros trabajos pueden enfermarnos!
Es como si estuviéramos en un campamento en el Everest, creemos que estamos bien y podemos seguir, sin embargo no estamos hecho para vivir en esas condiciones, a pesar de que todo parezca que esta bien, el efecto de ese entorno nos va a terminar de pasar factura.
Entonces, el hecho de que nos parezca normal no quiere decir que es aceptable. Y aunque podamos habituarnos a vivir con el estrés y un grado de cortisol en nuestro cuerpo, no quiere decir que debamos hacerlo.
CUIDEMOS DE NUESTRA GENTE, QUE SI SE SIENTEN BIEN, SE SIENTEN SEGUROS Y CONTENTOS DE SER PARTE DE NUESTRA COMPAÑIA, ELLOS CUIDARAN DE NOSOTROS CON SANGRE, SUDOR Y LAGRIMAS.
