Si tomamos como ejemplo una moto de nieve, esta máquina esta diseñada para un tipo de entorno, la nieve y si la metemos en otro entorno distinto, como el desierto, no funcionaría.
Si claro que se moverá, lo que pasa es que no lo hará con tanta facilidad o eficacia como si estuviera en las condiciones idóneas.
Esto es lo que ha pasado en muchas de nuestras organizaciones modernas. Cuando el progreso es lento o falta innovaciones, los líderes juguetean con la máquina. Contratan y despiden con la esperanza de encontrar la receta mágica. Desarrollan nuevos tipos de incentivos para intentar que la máquina trabaje más.
¨La confianza es como el lubricante; reduce la fricción y crea condiciones mucho más favorables al rendimiento¨.
Lo que muchos líderes de organizaciones no logran comprender es que el problema no son las personas, la gente está bien, el problema radica en el entorno en el que trabajan esas personas.
Incluso una moto de baja potencia le dará mil vueltas a la moto de nieve más potente del mundo inmersa en el entorno equivocado. No se trata de la inteligencia que tengan las personas de la organización, el verdadero indicador del éxito futuro o de la capacidad de capear los problemas es hasta que punto trabajan bien juntas.
